La serie de Max y Caroline ha llegado a su cuarta temporada en CBS, una temporada que empezó floja y lamentablemente no ha logrado remontar. Sí, hemos tenido buenos momentos esta temporada y la relación entre las dos protagonistas sigue siendo fantástica, pero… el resto del reparto no vale ni para papel de fumar. Los personajes y situaciones están estancadas y pese a intentar hacer algo diferente con la venta de camisetas la serie no avanza, no evoluciona, y resulta cansina y repetitiva.
Esta temporada esperaba ver un cambio, un cambio en el que Max y Caroline se despegasen del restaurante y conociesen a nuevos personajes, pero no… la cansina Sophie Kachinsky sigue saliendo, y cada vez que sale unos aplausos y griterío suenan como si llegase un tsunami al plato, y Earl sobra tanto que hasta da pereza acordarse de el. Es una pena que una serie con gancho y un dúo de protagonistas tan divertido se queden estancadas y sin poder evolucionar.
¿Soy el único que ve que la serie necesita una renovación? Que Caroline se cortase el pelo no es suficiente aliciente para ver esta serie semana tras semana, y creedme cuando os digo que me da pena, mucha pena, sentirme tan indiferente con una serie que ha significado tanto para mi es muy triste. Ellas siguen teniendo gracia, en especial Max, pero la serie ya no es lo que era, ni en espíritu ni en ritmo. Solo pido que se larguen del restaurante y empiecen una nueva vida en plena ciudad, nuevo entorno, nuevos personajes.
Esto lo empezaron a hacer cuando abrieron la tienda de cupcakes en la tienda del metro, o cuando Max estudio en la escuela de repostería, pero ¿y ahora? ¿Qué tienen ahora? Ya os lo digo yo… NADA. Creo que ha llegado el momento de montar una campaña para salvar a estas dos jóvenes y mandarlas al otro extremo de Nueva York.
