El 23 de mayo de 2010 se despidió una de las series más influyentes de la historia de la televisión: Perdidos. Esta serie no solo nos atrapó con sus misterios y cliffhangers, sino que abrió la puerta a una nueva forma de ver televisión. Para muchos fue la primera serie que siguieron semana a semana, y para todos dejó huella.
Es cierto: a veces nos confundió, a veces nos decepcionó, pero siempre nos sorprendió. Seis temporadas de emociones, giros imposibles y personajes que se clavaron en nuestra memoria. El final dividió a los fans, pero lo que nos regaló durante seis temporadas es incuestionable.
La mejor temporada
Elegir solo una es casi injusto, pero si hay que quedarse con una, es la primera temporada. Fue el anzuelo perfecto: personajes inolvidables, misterios en cada esquina y esa sensación de que estábamos descubriendo algo único. La cuarta también tuvo momentos brillantes, pero la primera es el origen de todo.

El mayor cliffhanger
Nada superó al final de la tercera temporada. Durante todo el episodio pensábamos que veíamos otro flashback… hasta que la revelación final nos golpeó con fuerza: no eran flashbacks, eran flashforwards. Ese giro nos voló la cabeza y redefinió lo que una serie podía hacer con la narrativa. Fue un «¿qué demonios está pasando?» que aún resuena.
La muerte más memorable
La de Boone. Fue inesperada, emotiva y cruel. Nos enseñó que nadie estaba a salvo en la isla y que el peligro era real. Esa pérdida nos dolió porque fue la primera gran advertencia: Perdidos no iba a tener piedad.
También imposible no mencionar la muerte de Sun y Jin en la última temporada, un momento devastador que arrancó lágrimas a más de uno.

Un capítulo para recordar
“Do No Harm” (1×20). La despedida de Boone y el nacimiento de Aaron, vida y muerte entrelazadas en un mismo episodio. Fue el punto de no retorno para Jack y Locke, y uno de los momentos más intensos de la primera temporada.
Un personaje
Siempre Boone, mi favorito. Salió poco, pero dejó una huella enorme. También Richard, eterno y enigmático, y por supuesto Juliet y Ben, capaces de mantenernos en tensión constante. Del elenco principal, Sawyer tuvo grandes momentos, aunque fue perdiendo fuerza con el tiempo.

La pareja inolvidable
Desmond y Penny. El amor convertido en la auténtica constante de la serie. Años de distancia, universos alternos, saltos en el tiempo… nada pudo romper su vínculo. Cada reencuentro suyo fue oro puro.
El tema musical
“Life and Death”, la melodía de Michael Giacchino que resume el alma de la serie. Cada vez que sonaba, sabías que venía un golpe emocional. Y siempre funcionó.
Un momento imborrable
“The Constant”. El capítulo de Desmond. La llamada telefónica con Penny. La emoción atravesando la pantalla. Fue dulce y desgarrador al mismo tiempo, y para muchos sigue siendo el mejor episodio de la serie.
Perdidos fue más que una serie: fue una experiencia colectiva, un fenómeno que nos unió frente a la pantalla para teorizar, discutir y sufrir juntos. Puede que su final divida opiniones, pero lo que nos dio durante el viaje es incuestionable.