Clint Eastwood es un director que rara vez se repite. A lo largo de su filmografía ha explorado géneros tan distintos como el western, el drama social, el biopic o incluso el musical. Con Más allá de la vida (2010) se adentra por primera vez en el terreno del thriller sobrenatural, una apuesta arriesgada que combina su habitual sensibilidad dramática con una reflexión sobre la muerte, el duelo y la necesidad de respuestas ante lo inexplicable. No es una de sus obras más celebradas, pero sí una película que provoca emociones intensas y que, fiel a su estilo, busca conmover al espectador desde la honestidad y la sobriedad narrativa.
Con un inicio devastador, la película nos sumerge de inmediato en su núcleo temático: la delgada línea que separa la vida de la muerte. Clint Eastwood construye la narración a partir de tres historias que, aunque muy diferentes entre sí, comparten un mismo trasfondo y terminan encontrando un punto de unión.

La primera es la de Marie Lelay (Cécile De France), una reconocida presentadora francesa que, mientras disfruta de unas vacaciones en Hawái, es arrastrada por un tsunami. Durante unos segundos muere, y al regresar a la vida queda obsesionada con lo que experimentó en ese instante, iniciando una búsqueda incesante de respuestas. La segunda historia es la de los gemelos Jason y Marcus (George y Frankie McLaren), dos niños de doce años que viven en una situación complicada con una madre drogodependiente. Tras la repentina muerte de Jason en un accidente, Marcus se aferra a la idea de contactar con él a toda costa. Finalmente aparece George (Matt Damon), un médium retirado que, con solo tocar a alguien, es capaz de conectar con los muertos que lo rodean. Su camino será el nexo entre las demás historias.
Este es el primer thriller sobrenatural de Eastwood y, como en gran parte de su filmografía, logra tocar la fibra más sensible del espectador. Personalmente, consiguió sumergirme en una tristeza profunda, algo que, lejos de incomodarme, valoro mucho en el cine. Me gustan esas películas que logran atraparme hasta el punto de hacerme sufrir, y aquí, como ya lo hizo en El intercambio, Eastwood lo consigue con creces.
Sin embargo, la película tiene un problema evidente: es previsible. Desde el inicio sabemos que los tres protagonistas acabarán encontrándose, y al no haber intención de ocultarlo, el desarrollo pierde tensión dramática y se vuelve por momentos lento y pesado. Conviene saber de antemano que no se trata de una cinta ligera. Es una obra densa que apuesta más por transmitir las emociones de sus personajes que por avanzar a través de giros narrativos. No viajamos con ellos en lo argumental, sino en lo emocional, acompañando sus dudas, sus miedos y su lenta búsqueda de liberación.

Lo más brillante de la película es, sin duda, su secuencia inicial, un despliegue de dirección magistral que confirma el enorme talento de Eastwood para la acción y el dramatismo. Lo más débil, en cambio, es la subtrama romántica entre George y su compañera de clases de cocina, una relación que nunca termina de encajar y que aporta poco al conjunto.
En definitiva, Más allá de la vida cuenta con grandes interpretaciones y una dirección impecable, pero su guion, carente de sorpresas y giros, la vuelve lenta y excesivamente previsible. Aun así, se trata de una película poderosa en lo emocional, capaz de dejar una huella profunda en quien se deje arrastrar por ella.